martes, 3 de agosto de 2010

El mercado de la seda 14/10/2007

Tras visitar la muralla china cogimos el autocar de vuelta a Beijing, por el camino las guías intentaron convencer a la mayoría para que fuesen a una excursión adicional al día siguiente que era el día libre diciendo que si la mayoría de la gente votaban a favor fuésemos todo el grupo para poder aprovechar al autocar, como alicientes nos indicaba que nos llevaría de un lado a otro y que además irnos con guía y que la excursión solo eran 15 euros por persona(nosotros al día siguiente hicimos el mismo recorrido y nos salió por 4 euros), les salió el tiro por la culata dado que nadie se apunto, cosa que les molesto bastante, de vuelta en la ciudad les pedimos que si nos podían acercar al mercado de la seda.

Al llegar al mercado todas las mujeres entraron en modo consumista, era increíble la cantidad de productos que vendían nos dividimos en grupos de 4 personas y fuimos recorriendo las distintas plantas, era curioso ver como Sandra regateaba hasta el último céntimo con las chinas se lo paso bomba, a la hora de pagar hice uso de una linterna que me compre en Hangzhou, que permitía mostrar los dibujos de seguridad que tenían los billetes, siempre antes de entregar un billete le enseñaba al chino que no era falso dado que los jodios si no lo hacías así te daban el cambiazo y te decían que le habías dado un billete falso que le pagases con otro, y dado que ellos comprobaban cada billete como si les quisieses engañar cuando a mi me pagaban hacia lo mismo, los muy cabrones me empezaron a llamar happy budha, luego cuando te ponías a regatear te decían que si eras tacaño, que si tú querías engañarlos, en todo lo que compramos el precio que sacábamos era la decima parte de lo que ofrecían inicialmente o no lo comprábamos y si se ponían cabezones pues te pirabas y al poco venían corriendo diciendo amigo no te vayas era una broma.

Es curioso como los chinos cambiaban de idioma o acento dependiendo de quien fuese el cliente la verdad es que hablar no sabrían mucho pero para vender hacían lo que fuese la verdad es que de todos los mercados que visitamos los del mercado de la seda eran los más agresivos vendiendo y los mas exagerados también, y hacían su agosto con los turistas americanos que prácticamente no regateaban, a los españoles nos conocían como bastante duros en el tema de regatear por lo que cuando se daban cuenta de que eras español y no mejicano te intentaban camelar.

Hubo especialmente una china muy pesada que nos quería vender un bolso que se puso tan pesada que le dijimos que nos pirábamos, y cogió y se agarro a mi mochila, cuando le dije que se soltara nos dijo que no se soltaba hasta que le comprásemos el bolso, yo le respondí que ella misma, pero que o nos lo dejaba por 5 euros o que se agarrase que se venía para España, accedió a vendérnoslo por ese precio.

También era curioso que cuando Sandra empezaba a regatear los tenderos intentaban regatear conmigo que pensaban que era presa más sencilla y yo le decía que quien mandaba era ella.

Tras realizar las compras con todas las bolsas cogimos rumbo hacia el hotel a medio camino nos paramos a cenar en Pizza-hut, donde fuimos los últimos clientes dado que chaparon con nosotros y nos invitaron a unas cervezas.

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